LA ARQUITECTURA Y LA MUERTE I: LA MASTABA MODERNA


Los principales exponentes de la modernidad identificaban al cementerio como la metáfora perfecta del pasado totalmente superado, el lugar de eterno descanso de las viejas formulaciones arquitectónicas, tal como lo exponía Le Corbusier en su analogía entre el viejo muro que divide al cementerio, de la calle vacía del porvenir.
Barrera convertida en frontera entre la tradición académica, transformada en ruina inservible por decreto y el brillante nuevo lenguaje de la modernidad funcional.

Es por eso que a una primera oportunidad, el solo mencionar el termino “modernidad funeraria” pudiera parecer inapropiado y chocante. Ya que una tumba carece en apariencia de un programa o de los elementos de “operatividad” para el bienestar del usuario.
Sin embargo, esta visión contrasta con el uso tradicional del espacio mortuorio, la ultima morada del difunto pero al mismo tiempo estancia y capilla para los familiares vivos que lo visitan y recuerdan, comunes en la tradición indígena y mestiza del sur de México.
Es así que el cementerio se convierte en una replica viva de ciudad y las tumbas-casa
Se convierten no solo en espacios de convivencia, sino en manifestaciones materiales de las aspiraciones, ideales, nivel social y económico de vivos y muertos.

Llegamos entonces al Panteón Jardín construido en 1952, para desahogar el hacinamiento del antiguo panteón municipal de Tapachula Chiapas, es justamente en ese lugar donde se pone en evidencia el juego que cumplen las edificaciones, para marcar gustos, tendencias, ideales y por supuesto cambios generacionales: a diferencia de los señeros y pesados mausoleos de corte porfiriano existentes en el viejo panteón, los edificios funerarios del Panteón Jardín, ostentan en su gran mayoría la ligereza de la geometría simple; formas prismáticas de concreto aparente, muros de piedra, sinceridad material como premisa inconciente entre proyectistas y constructores, también son comunes las bóvedas parabólicas y de cañón corrido algunas proyectados con una libertad tal, de vocación expresionista, que no encuentra comparación en otro tipo de construcciones del periodo, mas convencionales.
A veces es factible, inclusive, apreciar paños acristalados. Montados sobre cuerpos de sobria horizontalidad, sobriedad que no parece competir con la creatividad y la voluntad decorativa expuesta en los curiosos diseños de la herrería.

La arquitectura de estas tumbas, construidas entre 1952 y 1970 no parece obedecer a un sentimiento casual o de candida copia improvisada. Sino de una expresión generacional con el firme propósito de pisar “sobre la calle vacía del porvenir.”

Hans Kabsch Vela

Comentarios

  1. hans te felicito has hecho buenos proyectos e interesantes en el futuro vas a dejar hueya en tapachula nuevamente felicidades

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  2. Gracias Hans, por compartir info conmigo, en este momento estoy en Brasil participando en el I Curso latinoamericano de conservación de arquitectura moderna, está muy bueno.

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  3. me pareción muy interesante y novedoso.
    Saludos LN

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