SILVIO ALBERTI, AL SUR

El joven arquitecto italiano Silvio Alberti tomo quizá la decisión más importante de su vida, al desprenderse de la tutoría de Guido Oberti en Milán, para unir su destino al de un arquitecto que le proponía trabajo y un sueldo de mil novecientos pesos al mes, en una lejana ciudad en la provincia de México.

Silvio Alberti, llego a Guadalajara en 1950. Habia sido invitado por Ignacio Díaz Morales, para formar parte del cuerpo docente junto a otros maestros europeos como Mathias Goeritz, Bruno Cadore, Eric Coufal y Horts Hartung de lo que seria La Escuela de Arquitectura de Guadalajara.

Alberti se desempeño sobre todo como docente especializado en la materia de edificación, donde difundía las ideas de Pier Luigi Nervi acerca de la coherencia necesaria entre estructura y calidad espacial. Rápidamente se desenvolvió con notoriedad en el ambiente académico y profesional, siendo protagonista de la renovación y modernización edilicia de la Perla de Occidente.

En 1964. Alberti fue contactado por Antonio Corona Monroy, gerente de la plaza del Banco Nacional de Comercio Exterior, en la Costa de Chiapas.
El propósito era la construcción de una sede bancaria acorde con las necesidades de un corporativo moderno, hasta ese momento, el Banco operaba en un antiguo edificio de principios de siglo en la ciudad de Tapachula.

El edificio propuesto por Alberti, que desplazaba a la antigua edificación ubicada en una céntrica esquina de la ciudad, resulto paradigmático: resuelto en tres niveles espacialmente introducía el concepto del Mezzanine, espacio a doble altura, que permitía integrar el área publica bancaria, con el área administrativa y gerencial. En planta alta se ubico una vivienda tipo penthouse para el gerente y un inédito roof garden.

Constructivamente, el edificio ofrecía innovaciones: un armazón de vigas de acero sección I, fabricadas en México a medida y transportadas a Chiapas en ferrocarril.
Al llegar a su destino, el manejo de las pesadas estructuras supuso todo un reto para el elemental equipo de grúas disponible por aquel entonces, según rememora el Arq. José Antonio Toriello, socio local de Alberti y constructor de la obra.

La estructura conformada por vigas de acero y losas de concreto se alternaba con una fachada “colgante” donde se hacia evidente la separación entre elementos estructurales y divisorios, tan característico de la modernidad.
La cancelería estaba realizada de marcos de aluminio anodizado (fue el primer edificio en utilizar este material en la ciudad) y cristal transparente o acrílico traslucido.

El aluminio se utilizo profusamente no solo en la cancelería, sino en todos los pasamanos y unos elementos que dan sentido estético y funcional a la fachada: parteluces de persianas horizontales, dispuestos al sur y al oriente, como medida de protección solar sobre la ventaneria.
Como acabado final, las sencillas formas prismáticas exteriores fueron revestidas: de laja queretana café oscuro en el cuerpo inferior y placas de travertino claro en el cuerpo superior. Estos recubrimientos dan al edificio un particular aire de elegancia atemporal.

El Banco Nacional de Comercio Exterior, no fue la única obra de Alberti en Tapachula, tiempo después proyectaría el edifico Arzate de cuatro niveles para vivienda y comercio, en la actualidad severamente modificado.

Respecto al posterior uso del Banco, en la década de los años setenta, fue ocupado como sede del Banrural, hasta los años noventa, cuando la privatización bancaria lo dejo sin uso. En la actualidad la edificación sobrevive parcialmente integra en su apariencia general, aunque en un estado de deterioro creciente, esperando su rescate o eventual transformación.

Hans Kabsch Vela.
Publicado originalmente en boletin DOCOMOMO primavera 2010