Chiapas. Alternativas para una reconstrucción inclusiva.
Hans Kabsch Vela.
texto e imágenes
Artículo publicado originalmente en Arquine n.82, Invierno de 2017.
Hace ochenta años los
arquitectos luchaban por imponer conceptos modernos a una población de
costumbres tradicionales.
Ahora los arquitectos luchan por proponer conceptos tradicionales a una población
de costumbres modernas.
Reconstrucción
es una palabra que está en boca de muchos, se repite en los foros
institucionales, en los medios de comunicación, en las redes sociales sin
saber, en la mayoría de los casos que
significa: reparar, a partir de lo
existente que ha sido dañado o parcialmente destruido, ampliando el concepto
implica también rehabilitar, reciclar, reutilizar…De lo contrario, estaríamos
hablando de simple construcción, partiendo de cero de una tabula rasa.
En Chiapas el
panorama de la destrucción causada por el sismo del siete de septiembre es
complejo: Según datos de la SEDATU se han demolido hasta ahora 4,353
viviendas, pero se contabilizan cerca de
cuarenta mil con daños por estimar.
están por supuesto las viviendas en los barrios
tradicionales de ciudades, pueblos, en las rancherías; muchas de ellas construidas con un sistema
mestizo mezcla de técnicas europeas e indígenas, soluciones previas al uso del
concreto que se repitieron con apenas pequeños cambios por región, desde el
Soconusco hasta el Altiplano central.
Sin embargo,
según las autoridades estatales de Protección Civil, son las viviendas mas
antiguas, construidas con materiales tradicionales, las que parecen haber
tenido el peor comportamiento ante los sismos, la realidad es que también hay un número importante de
construcciones dañadas que incorporan
materiales como el acero y el concreto, pero producto en gran parte de
una autoconstrucción mal encauzada, plagada de vicios y defectos
como cadenas y trabes inconexas o pobremente reforzadas en acero, y
los llamados amarre de tanque en esquinas, es decir, solo traslape de ladrillo
para ahorrar columnas o castillos.
Diversos
factores contribuyeron a que las viviendas
construidas con adobe y ladrillo fallasen, entre ellos el más importante
es el deterioro del sistema constructivo, debido a la falta de recursos para el
mantenimiento continuo, lo que ocasiona el deterioro y erosión de materiales,
tanto de la base de los muros, como las cumbreras donde descansaban los
caballetes de madera, en muchos casos podrida por la humedad o atacada por las
plagas.
Cesar Nolasco
D´Gives, arquitecto chiapaneco pero con raíces en el Istmo de Tehuantepec,
apunta hacia la importancia de recuperar la esencia de los viejos sistemas
constructivos y concepción espacial, pero advierte:
ya no pueden reproducirse exactamente tal y como eran. (Muchos de los
materiales con que se construía en particular la madera, son difíciles de
encontrar ya que pertenecen a especies protegidas o en peligro) Es la oportunidad de reinterpretar la tradición,
desde una nueva perspectiva, podemos
volver a construir con tierra pero liberando a esos muros de la carga de la techumbre,
introducir materiales más ligeros que las pesadas maderas tropicales como
el bambú, entre otras estrategias.
Sin embargo,
los criterios oficiales para la reconstrucción, son pragmáticos, se demuele
sistemáticamente, la mayoría de las acciones que se están llevando a cabo
institucionalmente, se ejecutan sin una investigación sobre los modelos previos
ni planificación, en consecuencia, la urgencia
se impone como excusa, pero esta no atiende a la necesidad verdadera de las
personas, sino de tiempos electorales, y el beneficio de las empresas
constructoras y grandes consorcios que
fabrican y proveen materiales industriales, desestimando la participación
ciudadana; así, el trabajo de reconstrucción no garantiza que se repitan los
mismos vicios y errores del pasado en la ejecución de obra.
Ante este panorama es necesario crear un
frente común entre arquitectos, sociedad civil y universidades para gestionar y difundir la
necesidad de plantear También es pertinente impulsar cambios en las leyes de
obra pública, particularmente inflexible en temas de colaboración
inter institucional, ya que está configurada únicamente para el esquema
contratista-gobierno.
Este frente
común debe ser inclusivo, es la oportunidad
de acercarse, conocer y servir a un amplio sector de la población que históricamente
ajena al ejercicio de una profesión considerada elitista, cuyo único patrón es
el empresario o el gobierno, una oportunidad para acercarse y conocer la
variedad de estrategias y experiencias en el campo de la vivienda
alternativa y de la construcción
participativa que han tenido universidades y gremios, no solo del centro del
país, sino de los elaborados por los propios chiapanecos, tradicionalmente
vistos solo como usuarios pasivos, y no como colaboradores fundamentales.
Vaya pedaso de trabajo que hace un arquitecto para lograr una buena Arquitectura de este tipo !!!
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