LA VACUIDAD DEL MONUMENTO

Gustave Eiffel no creó su proyecto de torre pensando en un entorno edificado, su finalidad era mostrar hasta donde se podía edificar con acero, el 31 de marzo de 1889, en medio de la celebración de la Feria Mundial de París, se inauguró la torre creada por Eiffel, la más alta del mundo en ese momento con trescientos metros, sin embargo no fue bien acogida por el público, su permanencia fue producto de hechos fortuitos: primero  su invaluable utilidad como torre de comunicaciones en dos guerras mundiales y posteriormente convertida en icono por miles de visitantes a la Ciudad Luz con el auge del turismo mundial en la posguerra.
Pero las condiciones de las ciudades han cambiado desde 1889. En la actualidad no es suficiente hacer un edificio pensando que es una escultura o un edificio aislado. Así lo señala  Martha Thorne1 en una entrevista reciente, en la cual agrega que los edificios actuales deben estar en cierta armonía con el entorno urbano, ser funcionales,  tomando además en cuenta factores como la movilidad del peatón y el transporte público.
Pero todo lo anterior no es suficiente, Thorne agrega que la edificación debe contener el espíritu de su época, y de ser posible adelantada a su tiempo, no es cuestión de arquitectura callada o arquitectura espectáculo, sino de obras con un sentido de responsabilidad. que . los arquitectos deben entender que están haciendo ciudad, no solo están haciendo dinero, o monumentos o símbolos rápidos2, están haciendo un ambiente que permanecerá por décadas para muchísima gente.
En un sentido similar se pronunció hace algún tiempo  la arquitecta mexicana Fernanda Canales al hablar sobre la vacuidad del monumento, en la mayoría de los casos proyectos apresurados, innecesarios, caros, vacios de contenido3, utilizadas por los gobiernos como pretexto para auto promover su imagen y la ilusión de contribuir al embellecimiento de la ciudad.
En fechas recientes este tipo de proyectos han aparecido en diferentes estados del país, entre los casos más criticados encontramos la edificación del llamado Guerrero Chimalli, en Chimalhuacán, Estado de México, que consiste en una colosal imagen de color rojo con cuarenta metros, concebida sin concurso por el escultor Sebastián.
Al igual que el conocido caso de la Estela de Luz, la obra del Guerrero Chimalli se vio plagada de irregularidades que redundaron en elevados costos de construcción, para un monumento inservible a sus pobladores.
En Chiapas la construcción de conjuntos monumentales en los accesos de las ciudades de Tuxtla Gutierrez y Tapachula muestran una vez más esta tendencia de crear monumentos de conmemoración vacía, más propio de regímenes autoritarios, que de gobiernos de vocación democrática.
Ante este panorama de excesos y desatinos, la única alternativa para los arquitectos, diseñadores y sus clientes es ser responsables (como lo señala Martha Thorne) con la ciudad y quienes la habitan.
Texto y foto composición: Hans Kabsch Vela
Notas:
 1.-Martha Thorne, No basta hacer esculturas o edificios aislados, entrevista Obras web Mx, México 31 de marzo 2015
2.- Obras Web. Entrevista a Martha Thorne
3.-Fernanda Canales en Pase Usted: Bicentenario, 2008

Comentarios

Entradas populares