TREINTA AÑOS (Primera parte) A LA DERIVA 1993-2003

   Obtuve mi título profesional el ocho de octubre de 1993, sin embargo y aunque tenía un papel que decía que era arquitecto, no me sentía como tal. Los primeros años busqué mi lugar, primero en algún empleo dentro de una constructora o despacho para reforzar experiencia laboral y como muchos de mis compañeros de generación, desdeñé la posibilidad de ampliar mis estudios matriculándome en alguna maestría y continuar por esa linea. Lo intenté, pero sentía que era volver sobre lo mismo.

Me asustaba iniciar mi ejercicio profesional, prefería la comodidad de trabajar para otros e ir adquiriendo experiencia, así sucedió mi primer año después de obtener el título en la Ciudad de México y posteriormente ya en Tapachula Chiapas.

Tapachula entrañó una decisión existencialista: regresar al lugar donde nací para buscar un nuevo comienzo, lejos de la dinámica de los últimos siete años, continué con la inseguridad de asumirme como arquitecto, buscando experiencia trabajando para otros.

Cuando llegué por medio de una recomendación familiar al despacho cuya directiva la llevaban dos hermanos, me encontré con una atmosfera de optimismo.Era el final de 1994 y a pesar del enrarecimiento político la perspectiva de proyectos y obras parecía prometedora. En los siguientes meses el optimismo dio paso a la desesperación: la plantilla de empleados se redujo a la mitad y solo se concluyeron encargos que ya estaban en proceso: dos proyectos residenciales unifamiliares, un hotel y un condominio horizontal de ocho viviendas, de los cuales solo uno llegó a ejecutarse en obra.

La crisis obligó al despacho a moverse de su sede de cuatro locales en una plaza comercial a una casa particular de los años setenta, el original Jefe de Taller había renunciado por diferencias personales, dejándome al frente, solo debajo de los dos socios fundadores.

Durante 1995 y 1996 se realizaron pocos proyectos, la mayoría quedaron archivados, la actividad se redujo aún mas. Aprovechando el impasse, acepté un nombramiento en el Departamento de Proyectos de la Dirección de Obras Públicas del Ayuntamiento de Tapachula. Durante el siguiente año llevé ambos trabajos. Continué siendo tutelado por otros en cuestiones de proyecto siendo mas solvente en cuestiones de presentación de los mismos, realizando perspectivas y presentaciones. La representación digital todavía no arrojaba un realismo convincente, así que la representación tradicional con acuarela, lápices y plumones siguió vigente.


Anteproyecto para una plaza comercial, para Grupo BOAR, Tapachula Chapas, 1994


     Anteproyecto, Clínica, para Grupo BOAR, Tapachula Chiapas 1995

En ese proceso comencé a darme cuente del perfil habitual del arquitecto en la ciudad: dualidad de proyectista y constructor, en lo concerniente al proyecto era frecuente el poco cuidado y detalle que se tenía en general: confusión de lenguajes de presentación con ejecutivo y registro de proceso de obra inexistente.

Siendo crítico: existía poca dedicación y rigor en la realización de proyectos en general, quizá por esa dualidad de quien proyecta y construye, resolviendo en obra los cabos sueltos.

Existía otra curiosidad: muchos arquitectos entregaban toda la evidencia de anteproyecto o proyecto al cliente, eso incluía perspectivas y presentaciones originales, con la evolución de la impresión digital en el transcurso de la última década del siglo esto fue cambiando.

Fue hasta 1999 en que tomé mi primer encargo personal, llegó de la mano de un cliente inesperado: un médico originario de Mapastepec para el cual realicé un edificio de doble vocación: locales comerciales en planta baja y consultorios médicos en primer nivel.

La obra sería ejecutada en la misma ciudad por un ingeniero conocido de mi cliente. A ese proyecto le seguirían otros dos de escala mas modesta.

Dos años antes realicé un anteproyecto de hotel para unos amigos, pero quedó archivado, al igual que un anteproyecto de casa para la Ciudad de México.



Anteproyecto Hotel Los Pinos, Tapachula Chiapas 1996


Apunte perspectivo.Casa Particular, Familia Nava, Xochimilco, CDMX, 2001

Fue así como inicié con balbuceos mi desempeño profesional, no hay que rescatar mucho de esos días, quizá hubiera seguido por la misma ruta, si no es por una revelación obtenida en una entrevista de trabajo con mi primer cliente, nos habíamos reunido para ver el proyecto de otro edificio de usos mixtos aledaño al que ya estaba construido.

Mientras explicaba el proyecto, mi cliente interrumpió para hacerme una pregunta directa:

-Arquitecto, está muy bonito y todo, pero, explícame: ¿Por qué elegiste la diagonal en la fachada?

Se refería a una linea diagonal que cortaba el efecto horizontal para dividir dos tipos de acabados y color en la fachada, había ensayado una solución similar en el anteproyecto del hotel dos años atrás.

Intenté dar una explicación, pero esta fue vaga.Mi cliente reformuló su pregunta.

-Pero no me has contestado Arqui: ¿Que tiene que ver está forma, de donde la sacas?

Comencé a sentirme mas inseguro con el interrogatorio, por fortuna mi interlocutor relajó la situación.

-¡Es broma Arqui, está muy bonito todo!

No hubo mayores incidentes, ese mismo día pagó sin discusión mis servicios y dio luz verde a la ejecución de la obra.

Pero esa tarde una parte de mi incipiente reputación profesional había quedado lastimada, dejando en su lugar una sensación de vacío, recordé entonces lo que un docente del último año de la carrera me insistía en las revisiones de Taller de proyectos.

Los edificios hablan, tienen que hacerlo, pero los tuyos todavía no dicen una palabra.







Comentarios

  1. Gracias por compartir estas anécdotas. Me sentí bastante identificado, especialmente en lo del punto de que me asusta - aún-. Gracias, gracias, ¡gracias!

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  2. Estoy agradecido por tu habilidad para transformar incluso los temas más áridos en lecturas cautivadoras. ¡Gracias por hacer que todo sea interesante!

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